jueves, 17 de abril de 2014

Las ciudades invisibles de Italo Calvino

La lectura de este libro recomendado en la tutoria, ha sido una revelación tanteo para este proyecto como para lo que estoy haciendo de forma general, pues abarca de una forma muy poetica lo que quiero decir entorno a las ciudades universales y sus sonidos (de los que hablaba Chion) visibilizar lo invisible, las sensaciones que son comunes a los lugares urbanos, a esos detalles y sonidos que pasan desapercibidos y que encierran esos misterios y belleza que no se suele apreciar por el afán que llevamos. ademas se identifica mucho con las sensaciones del viajero y del autoexhiliado.

he seleccionado especialmente en la lectura una serie de citas  o pequeños párrafos que han llamado mi atención: 

hoy cuando podría decirse que el “allende” ya no existe y que todo el mundo tiende a uniformarse. 

el libro se discute y se interroga a medida que se va haciendo


Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices.

 “buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, ydejarle espacio” 

 En la plaza está la pequeña pared de los viejos que miran pasar la juventud; el hombre está sentado en fila con ellos. Los deseos son ya recuerdos.


Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano,
escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de
las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a
su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos. pag 11
La ciudad se te aparece como un todo en el que ningún deseo se pierde y del que tú formas parte, y como ella gozade todo lo que tú no gozas, no te queda sino habitar ese deseo y contentarte. 

El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Raramente el ojo
se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra: una
huella en la arena indica el paso del tigre, un pantano anuncia una vena de agua, la
flor del hibisco el fin del invierno. Todo el resto es mudo es intercambiable; árboles y
piedras son solamente lo que son. 

la ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso,

Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas
casillas cada uno puede disponer las cosas que quiere recordar

La ciudad es redundante: se repite para que algo llegue a fijarse en la mente
La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir.
un paisaje invisible condiciona el visible,  

Marco Polo imaginaba que respondía (o Kublai imaginaba su respuesta) que cuanto
más se perdía en barrios desconocidos de ciudades lejanas, más entendía las otras ciudades que había atravesado para llegar hasta allí, y recorría las etapas de sus viajes, y aprendía a conocer el puerto del cual había zarpado, y los sitios familiares de su juventud, y los alrededores de su casa, y una placita de Venecia donde corría de pequeño. 
 porque el pasado del viajero cambia según el itinerario cumplido, no digamos ya el pasado próximo al que cada día que pasa añade un día, sino el pasado más remoto. Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía: la extrañeza de lo que no eres o no posees más te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos. 
En adelante, de aquel pasado suyo verdadero e hipotético, él está excluido; no puede detenerse; debe continuar hasta otra ciudad donde lo espera otro pasado suyo, o algo que quizá había sido un posible futuro yahora es el presente de algún otro. Los futuros no realizados son sólo ramas del pasado: ramas secas.

 —El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrirlo mucho que no ha tenido y no tendrá.  

 el viajero elogia la ciudad de las postales y la prefiere a la presente,  a la metrópoli tiene este atractivo más: que a través de lo que ha llegado a ser se puede evocar con nostalgia lo que era. 
Hay que cuidarse de decirles que a veces ciudades diferentes se suceden sobreel mismo suelo y bajo el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido,incomunicables entre sí. En ocasiones hasta los nombres de los habitantespermanecen iguales, y el acento de las voces, e incluso las facciones; pero los diosesque habitan bajo esos nombres y en esos lugares se han ido sin decir nada y en susitio han anidado dioses extranjeros. Es inútil preguntarse si estos son mejores opeores que los antiguos, dado que no existe entre ellos ninguna relación, así como lasviejas postales no representan a Maurilia como era, sino a otra ciudad que porcasualidad se llamaba Maurilia como ésta.

Una encierra aquello que se acepta como necesario mientras todavía no lo es; las otras, aquello que se imagina como posible y un minuto después deja de serlo.  
cada hombre lleva en la mente una ciudad hecha sólo de diferencias, una ciudad sin figuras y sin forma, y las ciudades particulares la rellenan.  
No tiene sentido dividir las ciudades en estas dos especies, sino en otras dos: las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a los deseos y aquellas en las que los deseos o bien logran borrar la ciudad o son borrados por ella.  
todo lo imaginable puede ser soñado pero hasta el sueño más inesperadoes un acertijo que esconde un deseo, o bien su inversa, un miedo. Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra. 


De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta
y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.
 Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, husmean otras
miradas, no se detienen 
viven una para la otra, mirándose a los ojos de continuo, pero no se
aman. 

Si quieres saber cuánta oscuridad tienes alrededor, has de aguzar la mirada para ver las débiles luces lejanas. 

yo recojo las cenizas de las otras ciudades posibles que desaparecen para cederle lugar y no
podrán ser reconstruidas ni recordadas más. 

no se debe confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe.La mentira no está en las palabras, está en las cosas.
—Las imágenes de la memoria, una vez fijadas por las palabras, se borran —dijoPolo—. Quizás tengo miedo de perder a Venecia toda de una vez, si hablo de ella. O quizás, hablando de otras ciudades, la he ido perdiendo poco a poco.
 O bien la nube se detenía apenas salida de los labios, densa y lenta, y remitía a otra
visión: las exhalaciones que se estancan sobre los techos de las metrópolis, el humo opaco que
no se dispersa, la capa de miasmas que pesa sobre las calles bituminosas. No las frágiles
nieblas de la memoria ni la seca transparencia, sino los tizones de las vidas quemadas que
forman una costra sobre la ciudad, la espina hinchada de materia vital que no se escurre más,
el atasco de pasado presente futuro que bloquea las existencias calcificadas en la ilusión del
movimiento: esto encontrabas al término del viaje.

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